El silencio es, hoy día, un bien escaso, una materia prima en peligro de extinción. Es algo preciado y, al mismo tiempo, temido.
El silencio auténtico, el silencio que estamos llamados a integrar en nuestro tiempo y espacio, es un silencio que nos permite ver nuestro ser, nuestra vida, relaciones, entorno… con una nueva luz y perspectiva. Un amigo hacía una semblanza del silencio con una pantalla de cine, necesaria para que se puedan proyectar bien las películas.
Si en nuestra vida no hay silencio, todo será como películas que, por muy interesantes que puedan ser, se pierden si se las proyecta sobre unas superficies inadecuadas. Es necesaria una “pantalla de silencio” para poder ver la “película” de nuestra vida.
Re, Revista de pensamiento y opinión nº 70